Se aparta la carne mezclada con la cebolla en un plato, y en la grasa que sobra en la sartén se rehoga la harina, poniéndole poco a poco la leche para ir obteniendo una pasta lisa, sin grumos.
Ha de emplearse una sartén algo grande para trabajar cómodamente.

Ha de obtenerse una pasta lisa y algo líquida, añadiéndole leche o un poco de agua si se viera demasiado espesa.
Se deja que hierva un par de minutos añadiéndole enseguida la carne y la cebolla que se apartaron, poniéndole más sal si fuera necesario, y luego, al apartar la sartén del fuego, 1 yema de huevo que se incorpora bien a lo demás.
Téngase en cuenta que al enfriar la masa, espesará mucho.

Se echa el contenido de la sartén en una fuente, donde quede bien esparcida y se deja enfriar totalmente.
Cuando esté completamente fría, se van formando pequeñas croquetas con las manos, agarrando cada vez 1 cucharada de pasta.
Se pasan por huevo batido y por pan rallado y se fríen finalmente, en aceite bastante abundante y bien caliente, dorándose a ambos lados y escurriéndose bien antes de servirse en una fuente adornada de ramitas de perejil.
Si se añade un trocito de mantequilla a la pasta de croquetas, antes de dejarla enfriar en la fuente, resultarán mucho más suaves y untuosas y, por tanto, agradables al paladar.

martes, 14 de agosto del 2001